Inteligencia artificial: promesas y mentiras, por valor de 100.000 millones de dólares.
Imaginemos, por un momento, que OpenAI, la creadora de chatGPT consigue este año ser valorada en 100.000 millones de dólares en su recaudación de nuevos fondos. Sería la segunda startup estadounidense mejor valorada, con solo SpaceX por delante. La diferencia es que el beneficio tangible de SpaceX es real, fabrica cohetes para la NASA. Como la NASA es un agencia espacial sostenida con fondos públicos, vital para la estrategia económica, científica, tecnológica, y militar de EE.UU., nadie duda de que la empresa que la sirve tenga una buena valoración en bolsa. Ahora que la agencia espacial luchará por volver la primera a la Luna, con China como oponente, nadie duda de que regará con encargos y millones a la empresa de Elon Musk. Pero ¿cuál es la utilidad práctica de las herramientas de inteligencia artificial de OpenAI?
Hasta el momento hemos oído noticias genéricas sobre lo que puede conseguir la inteligencia artificial. Repasemos en qué se traducen esos logros en unos cuantos campos.
Ciencia. AlphaFold de Google puede predecir la forma de las proteínas, su plegamiento, y eso sería fundamental para crear nuevos fármacos más eficaces. Pero su predicción no tiene la suficiente exactitud. AlphaFold consiguió un hito en la biología que de momento solo sirve para la ciencia teórica. No es inútil, con esa información y años de investigación humana puede llegarse a mejores medicinas.
Tecnología. La NASA ha usado IA generativa para el diseño industrial de las piezas de sus naves espaciales. Llegando a soluciones y desarrollos en 40 horas que a un equipo humano le hubiera llevado una semana. El objetivo, aligerar el peso de la estructura pero con sus mismas propiedades de rigidez, flexibilidad y resistencia. Ha sido todo un éxito. Pero resulta imprescindible que una vez diseñada una de estas piezas, el equipo de ingenieros revise que no tiene errores como patas demasiado finas, que se adecue al objetivo y sobre todo que tenga una utilidad real.
Creación literaria. Ya hay escritores que usan chatGPT y herramientas similares para crear novelas. Son narraciones con la misma estructura, y autores comprometidos a entregar una obra al mes. Apoyados en la IA, producen más rápido. Ellos escriben, y la IA les da giros inesperados, soluciones a situaciones o desarrollo de personajes.
Creación artística de imágenes. Un uso muy generalizado, crear ilustraciones. El resultado es mejor cuanto más habilidad tenga la persona con los prompts, las instrucciones a la IA.
Porno. Lo cito porque ocupa una gran parte del tráfico de internet, y es una industria que mueve millones, pero sobre todo porque alrededor de medio millón de vídeos fake ocupa ya lugar destacado en las principales páginas porno. Actrices y actores que aparecen en escenas que no han rodado gracias a la IA, la mayoría de ellos famosos. También es usual que los estudiantes los hagan con sus compañeras y compañeros, en un uso no solo no consensuado sino abusivo y posiblemente ilegal. El problema en ambos casos es eliminarlos de internet, y gestionar ese medio millón de problemas individuales que hay que reclamar uno por uno. En cualquier caso no son producciones automáticas de la IA, sino elaboraciones humanas sobre vídeos rodados por otras personas a los que se añade una cara.
Profesores en casa. El fenómeno de usar chatGPT como profesor particular ha sido detectado sobre todo en el ámbito anglosajón, seguramente porque el inglés domina en esta herramienta. Pero no dudemos que a medida que el público americano hispanohablante se incorpora esto se vuelva más habitual. Por no hablar de los alumnos de nuestro país en programas de bilingüismo. El uso es, sobre todo, para los deberes. Si el estudiante no tiene padres a los que preguntar, o no saben responderle, la herramienta está ahí para ayudarles. A menudo los profesores detectan su uso por los errores o alucinaciones de la IA, porque el alumno no puede saber si la respuesta es una memez o no.
SPAM y timos. El número de webs creadas con IA ya es inabarcable. Sus contenidos se reparten entre fake news, propaganda, timos de inversión financiera, creadores de emails y de llamadas por teléfono para conseguir datos bancarios de usuarios. Uno de los más singulares es el timo de Microsoft. Con origen en algún país asiático, el usuario recibía una supuesta llamada de asistencia del equipo de Microsoft para revisar contigo la seguridad de tu ordenador. Guiándote en una serie de preguntas con las que acceder remotamente a tu equipo, y a su contenido. Habitualmente eran operadoras femeninas con fuerte acento y a menudo dificultades para expresarse en español. Ahora han sido sustituidas por texto que una máquina de IA convierte en voz humana -algo robótica, pero capaz de conversar contigo y, de nuevo, guiarte al hackeo de tu ordenador-. Es un ataque en bruto, no importa hacer un millón de llamadas automáticas y conseguir timar a solo mil personas, porque el coste automatizado es muy barato. Lo importante es el equipo humano que opera detrás, diseña el timo, lo gestiona y extrae dinero de las cuentas bancarias, tarjetas, o usa el ordenador cuando está encendido como minador remoto de criptomonedas -sin que el usuario note más que una bajada del rendimiento o que el ventilador se enciende demasiado a menudo-.
Qué tienen en común todos estos ejemplos. Primero, que requieren la intervención humana. Así que la IA, más que destruir trabajos, dota de herramientas que los hacen más productivos y eficaces. ¿Se necesitarán menos trabajadores en el futuro? En el período de transición sí, pero como enseña la historia, una vez se implante volveremos el equilibrio. Para entenderlo conviene repasar la teoría de la destrucción creativa. Segunda característica común de los ejemplos, las IA son incapaces de desarrollar un proceso complejo de tareas consecutivas. Cualquiera que haya usado chatGPT se da cuenta de que olvida lo que acabas de preguntarle y es incapaz de seguir una conversación en el tiempo -aunque lo simula bien hasta las mil palabras, más o menos-. Luego se hace evidente que no tiene memoria ni capacidad de entender el contexto. Repasando los ejemplos, la IA no puede hacer un descubrimiento científico, un nuevo desarrollo tecnológico, sustituir al escritor, al ilustrador, al creador de pornografía, al profesor y ni siquiera al criminal. Pero eso es lo que más proclaman empresas como OpenIA para ser más valiosas.
¿Justifica eso que valga esos 100.000 millones de dólares que se estima alcanzará este año? Quizá sí, pero no por la razón con la que nos machacan a diario y que ya ha creado un nuevo miedo. El miedo a ser sustituidos por ella. Calma, y expectativas bajas son el horizonte más probable en 2024.
P.D. 1 ¿Os ha sonado el nombre de Max Headroom? Si es así, os recomiendo la lectura de este ejercicio nostálgico de sus apariciones históricas, las de quien hoy consideraríamos una inteligencia artificial hackeando nuestros sistemas. Hoy tú valdrías mucho más, Max.
P.D. 2. ¿Sabéis quién ha ganado dinero de verdad invirtiendo desde 2019, cuando la gran promesa eran las criptomonedas? Quienes compraron acciones de Nvidia. Cada 1.000 euros de ese año en acciones se han convertido cinco años después en 15.000. Entre otras muchas razones, porque esta empresa es clave para el posicionamiento de la IA. Aunque los expertos decían que era por sus tarjetas gráficas, que iban a servir para hacer granjas de minado de criptomonedas.