¿Dónde está mi coche autónomo?
Motivos por los que tu coche aún no conduce solo, y puede que no lo haga hasta dentro de mucho, mucho tiempo.
Los coches sin conductor son un Desafío Total (1990) y más si son un taxi
Parece increíble que hace dos años se dijera que el coche autónomo de nivel 5 (el que conduce solo) fuera a estar disponible en muy poco tiempo, y ahora todos los expertos sean mucho más prudentes. Por si esos gurús se equivocaban, había y hay iniciativas de transporte público que anuncian su incorporación a finales del próximo año, como el robotaxi de Motional en Nevada, el anunciado por Elon Musk para 2024 sin volante ni pedales. y el de Baidu en China. Son anuncios importantes si pensamos que la compañía que dio inicio a la competencia del taxi, Uber, prometió desde el minuto uno que acabaría eliminando a sus conductores, momento en que sería rentable. Lleva dando pérdidas desde su inicio y así sigue, en base a esta promesa.
Pero qué pasa si preguntamos a la tecnología y a las pruebas realizadas sobre el terreno para responder a la pregunta de ¿cuándo conducirá solo nuestro coche para que podamos dormir un rato más camino al trabajo?
Cuando no haya días nublados.
La compañía Motional organizó sus taxis autónomos en Nevada, Las Vegas, iniciando el servicio con un conductor presente, preparado para observar y actuar en caso de emergencia. Técnicamente el taxi conduce solo. Ha sido todo un éxito porque a base de circular por un entorno geográfico, la ciudad de Las Vegas, y determinadas carreteras de Nevada, el algoritmo ha sido capaz de aprenderse los detalles de cada rincón, cruce de calle, curvas, etcétera. Pero sobre todo porque esta región del planeta es un desierto donde no hay nubes ni días nublados. En cuanto la luz disminuye tamizada por una tormenta, o es difuminada por la lluvia, la IA se confunde y puede incluso provocar un accidente. Es como si las luces de nuestro coche se fundieran mientras conducimos de noche.
¡Que alguien pare ese coche! O lo que ocurrió cuando un policía intentó detener un taxi autónomo
Cuando entienda la diferencia entre una paloma y un peatón.
Parece sencillísimo a ojos humanos, ¿verdad? Uno de los problemas comunes a todas las empresas de coches autónomos son las palomas que viven en la ciudad. Esos pájaros, cuando se posan en el asfalto, generan un comportamiento habitual en los conductores humanos. Seguir circulando a su velocidad habitual, conscientes de que el pájaro, habituado, se aparta o emprende el vuelo. Pero el coche autónomo frena, y eso causa una inmediata confusión. Si tú, conductor humano, preveías que el coche que te precede no iba a frenar por unas palomas, puede que no te anticipes, y le golpees por detrás.
La ingeniería informática se encuentra, en este caso, ante un dilema. Cuando el aprendizaje automático ha podido por fin identificar personas, que a veces se lanzan a cruzar con el semáforo en rojo para ellos, y frena para no atropellarlos, resulta que su lógica le dicta hacer lo mismo ante una paloma. Qué instrucción le damos. ¿Un ser vivo bajito se aparta? ¿Y si es una mascota, un perro, o un niño? Es más, y si es un carrito de niño que rueda habiendo escapado de las manos de quien lo empujaba. La variabilidad en el entorno del tráfico es la principal dificultad del coche autónomo, y no parece fácil de superar.
Motional podría, es un suponer, trasladar su servicio a otra ciudad del mundo, quizá Sevilla, pensando en un lugar soleado de clima estable. Con la pega de cancelarlo los días de lluvia, y definitivamente, resignándose a no conquistar, jamás, el mercado gallego.
¡Todo cambia demasiado! O qué difícil es circular si eres un coche autónomo (vídeo)
Y cuando no haya jóvenes aburridos.
En algunos puentes de España, es lamentable, hay chavales tirando piedras a los coches que pasan debajo. Pues en un futuro lleno de coches autónomos les bastaría un láser de esos que venden en los chinos y las ferias para cegarlos. El radar Lidar que usan algunos de ellos ya lo ha comprobado, y esos breves momentos de ceguera serían suficientes para mirar, desde el puente, accidentarse un coche tras otro. Ni Mad Max.
¿Somos conscientes de que ya han pasado veinte años?
Pensemos un momento cómo era un teléfono móvil hace veinte años, y todo lo que ha evolucionado. Bien, pues hace el mismo tiempo que se presentaron estos coches. Tesla, y todos los demás, sudan a diario con cosas tan triviales como las obras -que complican la comprensión del entorno y alteran el paisaje aprendido-, los conos de tráfico, y los giros a la izquierda. Sí, girar a la izquierda en un cruce es imprecedible para el coche autónomo. El conductor humano adapta su ritmo de conducción al resto del tráfico, mira en dos direcciones y cuatro sentidos, adelante, atrás, derecha e izquierda, calcula cuando puede girar y, tal vez, olvida poner el intermitente. El autónomo puede impactarle por no haber calculado lo que haría, pero eso es lo de menos. Obligar al pobre coche a girar a la izquierda es un problema difícil para la inteligencia artificial. Y no sirve el aprendizaje porque las situaciones varían, volumen de tráfico, velocidad de los otros coches, quizá peatones o palomas. En ausencia de semáforos o rotondas, ese giro a la izquierda es un obstáculo casi insalvable.
La idea inicial cuando se vieron las primeras pruebas de conducción autónoma en un circuito es que el ordenador calculaba mucho más rápido que nosotros. Decisiones más rápidas, mejor conducción, conducción posible. Pero al mismo tiempo se sobrestimó la capacidad de los ordenadores para manejar mil millones de circuitos -las calles y carreteras del mundo-. Esos escenarios están continuamente alterados por los comportamientos ilógicos de humanos, bicicletas, animales, nubes, y hasta por una tormenta de polvo en suspensión, como las que llegan a nuestra Península desde el Sáhara.
Dónde demonios está Levandowski.
Anthony Levandoswski podría ser todo un personaje, famoso como Nicolás Tesla, dado que fue el primero en crear un modelo para la conducción autónoma. La estrella de su campo, la gran promesa. El presidente Obama fue uno de los espectadores fascinados ante el espectáculo de su prueba, un coche conduciendo solo por un circuito. Este ingeniero ha desistido, y ahora afirma que hay demasiadas variables en el tráfico como para que el coche autónomo sea posible.
De hecho ha montado una startup para conducción de grandes camiones autónomos de carga en minas y canteras, donde siempre se conduce por la misma carretera preparada para ello, y la variabilidad del entorno está muy controlada. Camión robot recoge piedras en un punto, arranca cuando llega al máximo de capacidad de carga, regresa al punto de descarga, etcétera. Levandowski asegura que de momento las empresas de coches autónomos no obtienen beneficios, solo reciben inversión y son bien valoradas en bolsa, pero va más allá. Nunca tendrán beneficio, la ganancia de tener coches autónomos será cero.
Y porqué los de Silicon Valley siempre están locos
Digamoslo todo de Levandowski. Fue condenado por espionaje industrial -transferencia de conocimiento secreto desde Google (Waymo coches autónomos) a Uber (que, recordemos, se fundó en base a la promesa de acabar eliminando a todos sus conductores)- y se libró de la cárcel por el perdón presidencial de Donald Trump. Ha fundado una religión llamada Way of the future, Camino del futuro, la primera Iglesia de la Inteligencia Artificial. En serio, una conciencia artificial es la divinidad, signifique lo que signifique eso.
Los apasionados de la tecnología hemos caído en la cuenta últimamente de que Silicon Valley está construido en base a un capitalismo de promesas. No es algo que hayan inventado ellos sino la bolsa, si un magnate promete coches autónomos y muestra un cacharro conduciendo solo, el valor de sus acciones se dispara. No es que la gente que pone el dinero sea idiota, es que nuestro sistema económico funciona en base al valor percibido, si algo parece útil y va a revalorizarse mucho en el futuro, mejor comprarlo cuanto antes.
El coche autónomo llegará cuando llegue, y ese es ahora el consenso de los ingenieros y los prudentes, aunque las empresas aseguren que habrá robotaxis. Quiero verlos en Roma donde, por poner un ejemplo, nadie usa el intermitente. Pero más interesante que las consideraciones sobre la limitación tecnológica de la IA aplicada a los coches es lo que nos indica el método científico para saber si podemos soltarlos entre el tráfico. Para saberlo tendríamos que conseguir que en una ciudad, durante al menos un mes, la mitad de los coches fueran autónomos y la otra mitad conducidos por humanos. ¿Habría más o menos accidentes? ¿Costaría vidas? ¿Qué político va a asumir ese coste?
Por el momento los robotaxis de Motional en Nevada, Waymo en Arizona y seguramente Baidu en China circularán en áreas controladas, pero que ese modelo sea escalable y exportable a nivel internacional llevará más tiempo. Los vehículos incorporarán cada vez más asistenes a la conducción, hasta el nivel 4, pero dormirnos seguros al volante sigue siendo, de momento, ciencia ficción.