El salario del robot humanoide
Un cálculo de cuánto costaría, al año, sustituir a un obrero de fábrica.
Van a ser los nuevos obreros, de forma experimental, en una de las fábricas de BMW. Miden 1,70, pesan 60 kilos, y con cinco horas de autonomía son lo más parecido a un operario humano. Pueden entrenarse para cualquier tarea enseñándoles un vídeo. No es que lleven una inteligencia artificial dentro, están conectados con los servidores de la empresa fabricante, donde el modelo de aprendizaje obtiene la información del vídeo para la tarea. Y luego la reproduce indefinidamente. Si todo va bien y funcionan, irán ampliando su número y extendiéndolos a todos los puntos de fabricación de la marca.
Quien haya visto la película Tiempos modernos de Charles Chaplin solo tiene que sustituir al actor, en la secuencia de la fábrica, por un Figure 01. El robot que aprende solo. Antes de esta noticia ya había circulado por las redes un vídeo donde aprendía a preparar café, también con solo ver un vídeo. Y eso nos lleva a reflexionar sobre el futuro del trabajo, la especialización, y las tareas que solo puede llevar a cabo un humano.
A principios de año hablaba en Futuro Imperfecto de Jot Down sobre un robot similar que ha comenzado a emplearse en los almacenes de Amazon. Sobre este daban más detalles, se encarga de retirar el cartón y almacenarlo, tarea mecánica y repetitiva. Se ha filtrado algún testimonio sobre personal de almacén herido, porque hacer convivir robots y personas en el mismo espacio físico tiene sus riesgos. Amazon lo hace, y no sabemos si esos son los planes de BMW. El fabricante de automóviles no ha querido dar detalles acerca de cómo los empleará. Aunque por la entrevista a Brett Adcock, el CEO de Figure, sabemos que les pidieron un robot capaz de manipular piezas para trabajos de carrocería, chapas metálicas y trabajos de almacén. Moviendo y desplazando objetos, especialmente aquellos peligrosos que más riesgo entrañan para los trabajadores humanos. Es significativo que lo presenten como una ventaja, al liberar a las personas de riesgos. Porque Amazon dice lo mismo, su robot libera al empleado de tareas monótonas.
Hay leyes que obligan a las empresas a cuidar la salud y bienestar de sus trabajadores, pero esa es solo una obligación añadida a sus actividades. El objetivo fundamental de cualquier compañía es cumplir la ley de máximo beneficio con mínima inversión. Y los salarios son y han sido siempre la partida más cara y la más difícil de reducir. Por eso los sueldos, las horas de trabajo y la productividad han sido siempre el escenario de conflicto, y de reivindicaciones, entre trabajadores y empresarios. Creer que BMW o Amazon incorporan robots para que sus empleados no tengan malos trabajos es una ingenuidad. Lo hacen para reducir la parte salarial del coste operativo.
Ahora bien, ¿es una opción posible? En todas las promesas de las empresas fabricantes de IA después de su explosión se encuentra la de que sustituirá al trabajador humano. Fantástico, nos ahorramos su coste. El problema es cuál es el coste de las inteligencias artificiales, que están detrás de cualquier robot humanoide y capaz de manipular objetos o seguir procesos. Un reciente estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el MIT, concluye que el coste de la IA es tan alto que sigue mereciendo la pena contratar personas.
También hablé de este matiz de la IA en el Futuro Imperfecto «máquinas para sustituir a los escritores» al analizar si las máquinas pueden sustituir a los escritores humanos. Como periodista y escritor, conozco bien el bajo valor del texto. Hoy por hoy producir una novela con un modelo de lenguaje sería mucho más caro que contratar a un veterano, sea escritor, negro literario, periodista o redactor. Y es más barato, lo dice el MIT, contratar un operario mecánico de fábrica que un robot. La cuestión es el «por ahora». Las empresas fabricantes de IA defienden que cuando escale a un número de usuarios masivos abaratará enormemente su coste. Copilot de Microsoft, que aplica chat GPT 4 a las herramientas de Office de Microsoft ya lo está demostrando. Y es el mejor lado de la IA, aumentar la productividad del humano y librarnos de tareas pesadísimas como contestar los diez mil correos de la bandeja de entrada. Ahora bien, fabricar un coche en una línea de producción es otra cosa.
Pensemos en un coche, que tiene muchas similitudes con un robot humanoide. El motor guarda muchas similitudes con las partes móviles del robot, por los costes de operación y mantenimiento. Hay que añadir el reemplazo de baterías, pues el Figure de BMW o el de Amazon trabajan 24 horas, salvo durante los tiempos de recarga. O quizá sin ellos si en un futuro tienen baterías reemplazables. El costo energético de electricidad, que un obrero humano no tiene, se suma al de revisiones y reparaciones. ¿Estará equilibrado con los impuestos que se paga por tener una persona trabajando, o los seguros médicos, u otros pagos que le dé la empresa? No digo ahora, sino cuando en vez de unos cuantos robots haya millones de ellos distribuidos por las naves de todos los fabricantes del planeta. Ninguna de las empresas fabricantes ha hecho públicos estos datos. Pero Tesla nos ha dado una pista.
El robot humanoide de Elon Musk saldrá a la venta por 20.000 euros. Pongamos que ese sea el precio de adquisición de una empresa. Y supongamos que sus costes son parecidos a un vehículo. Sumémosle al coste de adquisición un seguro a todo riesgo (por daños a instalaciones de la fábrica o a empleados), 1.500€ anuales. Mantenimiento anual, 300€. Consumo de energía, funcionando las 24 horas, 100€ diarios. Tiene que haber un pago mensual adicional a la empresa del robot que de el servicio de inteligencia artificial vía internet. Pongamos un precio de mantenimiento bajo, 300€. Partimos de un coste mensual por robot de 75.000 euros. Ese no es, desde luego, el sueldo de un operario, sino más bien de un ingeniero.
La robótica está lejos de sustituirnos. BMW y Amazon no son idiotas, y los robots forman parte sin duda de su programa de I+D+i, además de ser un buen argumento para dar una imagen de empresa actualizada a sus inversores. Pero una vez más, y no me canso de repetirlo, la amenaza de la inteligencia artificial a los puestos de trabajo aún está lejos.